"Voy a sentir extrañeza, pero no creo que lo pase mal"

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"Voy a sentir extrañeza, pero no creo que lo pase mal"
LA casa de Antonio Martín, en Puerto Real, es como un pequeño Museo del Carnaval. De sus paredes cuelgan multitud de recuerdos de cerca de medio siglo de coplas entre gorros, premios y fotografías. Este año, su comparsa se toma un año de descanso tras el segundo premio de 'Los hippytanos', lo que no significa una despedida. Una relajación extraña en estas fechas de nervios entre los repertorios de los demás compañeros y las últimas puntadas del propio, pero que le permite saborear las coplas del resto de compañeros. Con su sombrero como fiel compañero, una conversación sirve para descubrir mil historias de la fiesta

-- ¿Cómo lleva Antonio Martín no estar metido en la vorágine de crear una agrupación para el Concurso del Falla ? 

-Estoy matando el gusanillo con la chirigota de Manolo Santander, a la que le he vuelto a hacer la música. Es una forma más relajante. Una chirigota, de por sí, es diferente a una comparsa de la noche a la mañana. No tiene esos intereses entre comillas, esa inquietud por el premio. En cuanto al vacío, yo tuve la experiencia en otras dos ocasiones que falté y estoy curado de espanto. En 1988, cuando después de 'A fuego vivo' decidimos descansar, volvimos enseguida. Yo no podía ir al teatro porque rompía a llorar. Sentía la añoranza de no estar, pero ahora, quizás, los años te hacen madurar. Voy a sentir extrañeza durante el Concurso, pero no creo que lo vaya a pasar mal. Yo, en mi caso, y mi grupo en general, hemos decidido hacer el descanso porque lo necesitábamos al estar saturados. 

-¿Es un alto en el camino diferente a los anteriores? 

-El año de 'A fuego vivo' lo estábamos viendo ya en las actuaciones. Yo ahondé mucho en que habían sido tres primeros premios consecutivos y pensé que el cuarto primer premio no nos lo iban a dar. En cuanto al segundo descanso después de 'Patiovecino', yo ahí me sentí un poco saturado después de tantas agrupaciones consecutivas. Yo no digo que trabaje más que nadie, pero me implico mucho. Llega un momento en el que estás saturado y yo fui el que le planteé al grupo que iba a descansar. Ellos descansaron e intentaron una y otra vez que volviera, pero yo no quería porque le cogí gusto. Entre Pacoli, que siempre ha sido fiel a mis agrupaciones, algunos más y mi hija Amparo, que es la fan número uno que tengo, me convencieron. Hasta ahora, que hay componentes como el propio Pacoli, Pájaro o Subiela que son gente joven pero adultas en el Carnaval que necesitaban este paro. Por el Wathsapp están todo el día diciendo títulos para que la cosa no se enfríe. 

-De Ángel Subiela no se sabe si seguirá o no seguirá... 


-Esto no me lo ha dicho él. Yo ya tengo 65 años y creo que, por las convivencias, las charlas que hemos tenido y lo que hemos bregado en estos dos Carnavales, ahora mismo Subiela no está mas a gusto con ningún otro autor con los que ha salido que conmigo. Si fuese lo contrario, Subiela habría escapado de otra manera, se hubiese ido porque lo han tocado. Subiela esperará a que le diga si salimos y si tiene ganas de salir saldrá con nosotros. 

-A usted se le conoce por su faceta carnavalera. ¿Quién es Antonio Martín fuera del Carnaval? 

-Por mucho que me quiera desligar es imposible. Yo he estado en un velatorio con la cara que hay que poner en un velatorio y con el respeto, y he tenido que aguantar a la gente para que no salga cantando una copla mía. Es imposible. Ni yo me lo propuesto ni yo sabía cuando empecé que esto iba a ser así. En el año de 'Entre rejas', ya los primeros chavales se te acercaban a pedirte autógrafos y hacerse fotos. Cuando 'Entre rejas' terminó de cantar, Paco Perea se asomó con el fotógrafo buscando la noticia. Me hizo una foto con las chavalas alrededor y puso en elDiario de Cádiz: "Antonio Martín, el Michael Jackson del Carnaval". Hay criaturas que han llorado por tocarme o hacerse una foto por pueblos de Cádiz o Sevilla. Se ha creado un círculo en torno a mi persona, no porque me lo he propuesto, que es imposible desvincularme. Además, los años que yo descansé lo hacía con la comparsa, pero yo no he dejado ningún año de escribir coplas para el Falla. 

-Ahora, para relajarse, le ha dado por la pintura... 

-Yo no he pintado en mi vida. Los pinceles los cogí en noviembre. Cuando era chaval, en La Mirandilla, yo todos los premios que daban me los llevaba en poesía, redacción y en pintura. Las redacciones las celebraban los hermanos y me decía el hermano Hermenegildo: "Tú serías un buen periodista". Con los lápices de cera y las tintas chinas la asignatura de dibujo artístico la aprobaba con creces. Mi mujer y mi hija por San Antonio me regalaron un kit de Van Gogh. En noviembre, mi chiquilla, que estaba en estado de buena esperanza, para que no se quedara sola en casa cuando mi yerno se iba a trabajar, me iba a su casa y me decía: "Cógete las pinturas". Fui allí y ella, que también es aficionadilla, me animó. Hice mi primer boceto y ella me dijo que "ese es para mí". Yo escuché que le decía a la madre que "papá tiene idea de pintura". Total, que mi mujer empezó a empujarme y mi hija me ha traído fotos. El que tengo ahora es una foto que me trajo ella de La Caleta. Me entusiasma y el primer cuadro que hice en serio me di cuenta que era como vencer a un pasodoble bueno. La pelea de mi pluma con la hoja en blanco es lo mismo que el cuadro. Es como hacer una buena copla, pero es más relajante. 

-Otra faceta nueva es la de abuelo... 
-Me corresponde ser abuelo, pero es por mérito de mi hija Amparo y de Alejandro, su marido. Han tenido una niña muy guapa. Mi hija es muy fanática del Carnaval y de su padre, y le ha puesto Martina a su hija en homenaje a todos los martinistas. 

-Si el año que viene saca una comparsa, se merece la primera copla... 

-Sin menospreciar a la chirigota de Manolo Santander, a la que le he hecho la música y algunas letrillas, yo creo que eso le corresponde a la comparsa cantarlo. La chirigota también canta unas letras preciosas, pero como siempre me he acordado de mis hijos, de mi padre, de mi madre... el año que viene, que ya tendrá un año, y si todos estamos bien, me dará esa inspiración, aunque ya con el nacimiento estoy más que inspirado. 

-¿Qué recuerdos tiene de su patio de la calle San Vicente? 

- Los patios de vecinos de entonces tenían de negativo que había que vivir en comunidad, que la cocina era para cuatro vecinos, que en los servicios entrábamos uno detrás de otro, la higiene... pero la humanidad que desprendía un patio de vecinos no la tiene ni por asomo una de estas casas o un bloque de 14 pisos. Apartándonos de la miseria que podía conllevar vivir de esa manera, lo que era el factor humano se ha perdido. 

-A partir de la calle San Vicente comienza tu historia con el Carnaval... 

-Por la Cruz Verde pasaban todas las agrupaciones que iban al Falla, tanto cuando iban para el Concurso como en la semana de Carnaval. Entonces, nosotros estábamos jugando en la callejuela a la pelota o en el patio. Escuchábamos el pasacalles y salíamos todos los chiquillos a correr. Decíamos si era una comparsa o una chirigota por el redoble de la caja. Desde el pasacalles ya aprendimos lo que era una comparsa y una chirigota. Por El Gavilán pasaron todos los grandes autores del Carnaval. Han peleado, han bebido, han escrito, han jugado al mus, a las cartas... y nosotros de chavales escuchábamos a Enrique Villegas, a Paco Alba, a Agüillo, a Fletilla, al Chimenea, a Villa... Muchas veces sabíamos lo que iban a llevar al ensayo antes que los componentes. Ha sido la escuela para mí y para más gente que está hoy en el Carnaval. Hasta Pedro Romero, que en paz descanse, recalaba por allí. Ya cuando fuimos autores los dos, nos conocimos y charlábamos allí. Nacer yo en la calle San Vicente tiene la culpa de que yo me haya implicado así en el Carnaval. Se vivían unas guerrillas de Carnaval que ahora no se dan ni por asomo. 

-Me habla de El Gavilán, pero otro bar señero es Los Pabellones, que siempre ha estado relacionado con Antonio Martín. 

-Los Pabellones tiene una historia que la contó el propio propietario, Pepe Gómez, el hijo del que era dueño entonces. Creo entender que allí paraba gente de Carnaval, como siempre. No sé si me ha contado Pepe Gómez que Paco Alba dio allí algún ensayo. Pero quien pone en relevancia a Los Pabellones para que las agrupaciones canten allí es la agrupación de Antonio Martín, es mi gente. Dimos ensayos generales y empezó ya allí a cantar 'Entre rejas', 'Soplos de vida', y como eso es libre, empezaron a venir agrupaciones. Nosotros cantábamos allí gratis porque Pepe Gómez es amigo nuestro, echábamos el rato, invitábamos a nuestros familiares y se ponía aquello de bote en bote. Otras agrupaciones se aprovecharon, entre comillas, del ambiente que habíamos creado, pero tanto es así que esas agrupaciones casi nos echan. A los que decían que ya no íbamos más, pues precisamente fue con Subiela con el que convenimos que teníamos que ir sin saber que ahora iba a cerrar Los Pabellones. Hemos estado con 'La comparsa del genio' y con 'Los hippytanos'. La comparsa de Antonio Martín ha abierto y cerrado el ciclo de coplas. 

-¿Cómo llega Antonio Martín a formar la primera agrupación? 

-En el grupo de chavales que andábamos por El Gavilán, había dos elementos, en el mejor sentido de la palabra, que eran Juan Rosado 'el Bambi' y Pepe Moreno 'el Mellao'. Esta gente me dijo: "Vamos a hacer una comparsa, pero el autor tienes que ser tú". Me decían, y era verdad, que yo había participado en los concursos de coplas en Valcárcel, que estaba allí el Bambi y me pidió una vez una letra para María Auxiliadora y se la hice con la música de 'Los hombres del mar'. Le dieron el primer premio. Entonces yo dije que hacía la música, pero que había que buscar a gente para hacer letras, porque yo no me comprometía con 17 años para hacer un repertorio. Me embarcaron y empezó como un juego de niños. 'El tanguillo gaditano' fue la primera copla que yo escribí. Luego, como vieron que me enfriaba, ellos se hicieron amigos de Pepe Gamaza. Era soberbio. Ha hecho andar a muchas chirigotas, a muchas comparsas y a muchos coros, entre ellos, 'Los mayordomos'. Vino a conocerme, me senté con él en El Gavilán y me sacó unos apuntes sobre lo que se le podía hacer una copla. Era un máquina y fue el que empezó a empujarme. 

-El nombre de Rocío Jurado siempre ha estado ligado con usted. ¿Se la echa de menos? 

-Rocío, desde que conoció a Antonio Burgos y después me conoció a mí, nos demostró que era más que comparsista, chirigotera porque su padre salía en las murgas de Chipiona. Tenía mucha humanidad. Lo mejor era cómo se portaba como persona. Trataba con el mismo rasero a todos. Cuando se fue perdimos a una artista y a una gran persona. Era la matriarca de la familia. La gallina Clueca le decía Antonio Burgos porque abarcaba a todo el mundo. Estar un día con Rocío era como estar en la gloria. 

-Por el otro lado está su compadre Antonio Burgos. 

-El tiempo de Antonio Burgos en el coro de la Viña hizo que todo el mundo levantara el listón. Los coros estaban muy bien, pero se dormían los repertorios en las letras. Cuando él asomó con su pluma, hizo esos piropos a Cádiz, hizo esas críticas al sistema político y lo social, que tuvieron que espabilarse. 

-Como jubilado de Airbus que es, esta es la única industria fuerte que queda en la Bahía. ¿Cómo ha evolucionado? 

-Técnicamente evoluciona como todas las cosas en la vida, pero afortunadamente puedo decir que es lo único que no ha cambiado respecto al trabajo. Yo creo que es difícil que se vaya a a venir abajo como se vinieron la fábrica de tabaco o Matagorda. 

-¿Hacia dónde va el Concurso? 

-El Ayuntamiento es el que tiene que dirimir y no delegar. No debe estar en manos de los que participamos. Hay grupos que antes del Concurso ya están pensando en ganar dinero. Entonces se van a hacer grupitos de cuatro, de cinco o de siete a lo sumo. Ahora están en la creencia de que eso es bueno para aplicarlo al Concurso. Me parece bien que, tal como están las cosas, se busque la vida cada uno, pero no vincularlo al Concurso. Yo no lo veo. Eso puede derivar en que nos carguemos el Concurso o hacer un concurso de otra historia que no es Carnaval.


diariodecadiz

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