La noche llegó y otro día más

se va con el sol muriendo en el mar,

estrellas fugaces, nubes de algodón

devuelven la magia a esta habitación.

Alto ahí, ¿quién va? Detente reloj,

ni un pasito más

que ahora quien manda soy yo

y que se pare el mundo entero

que ya no se como advertirle

que cuando juego con él

puedo ser, puedo ser

invencible.

Invencible como el tiempo que vivo junto a ti,

invencible yo me siento si te veo sonreír,

le ponemos zancadillas a las manillas del reloj

cuando damos rienda suelta a la imaginación.

Invencible como un niño libre para soñar,

invencible como el ímpetu del viento y el mar,

no necesito fusiles para armarme de valor

mientras que exista la magia entre tú y yo.

Rayo de luna burlón que atraviesa el ventanal que me araña, me atrapa, revienta mi hojalata y los engranajes de mi corazón.

Dame la vida otra vez que quiero jugar con él una vez y otra más que siento que se me escapa y que cada mañana se hace más mayor.

Mientras que en el firmamento brille el lucero azul

por mucho que pase el tiempo mi niño serás tú.

Quiéreme, no te pierdas nunca por el camino,

no te separes de mí un momento.

Quiéreme, yo pondré en guardia mi batallón

pa' que nadie rompa niño tus sueños.

Que la vida suene en ti como un tambor,

como un canto a la alegría y al amor, a la cordura y al valor.

Invencible como el hombre que defiende la paz,

como el don de la palabra hablando en libertad,

como esa madre invencible que pelea sin temor

por sus hijos, por la vida y el amor.

Invencible como el pueblo cuando se echa a luchar,

defendiendo sus derechos, su justicia y su pan,

como las coplas que nacen del fondo del corazón

que cuando las canta Cai

no las calla ni Dios,

no las calla ni Dios.