"Vamos a ver, pase el siguiente. Rapidito, por favor". San Pedro tomaba nota de los nuevos inquilinos a la puerta del cielo, cuando se encontró, de pronto, con un hombre con gorra y playeras. "¡Qué jechura!!". Y Fernando Quiñones le contó su vida: que era el poeta de las barcas, que su domicilio era el Balneario de La Palma, que la muerte le llegó en bañador en el puente Canal. San Pedro no tuvo más remedio que rendirse y darle bienvenida al paraíso, el reino de los cielos. Pero, mirando atrás, Quiñones pensó que tenía que haber un error. El cielo era de donde él venía.
Esta letra, compuesta por Antonio Martínez Ares para Los Templarios(1999) ejemplifica bien el tratatamiento dado por el Carnaval de Cádiz al reconocido escritor gaditano, autor de La canción del pirata o Las mil noches de Hortensia Romero. Las coplas le llegaron cuando ya no estaba para escucharlas.
Quiñones murió en noviembre de 1998, así que aquel fallecimiento inesperado y prematuro de un hombre de 68 años se convirtió en inspiración para muchas letras en febrero. Autores como Martínez Ares, Joaquín Quiñones (El circo), Tino Tovar (Los musiquitas) o Luis Ripoll (Cantando Bajito) recordaron al escritor en varios sentidos pasodobles. Aquel año ganó la comparsa de los gitanos de El Puerto, La Parra Bomba.
Quiñones sí tuvo el honor de ser pregonero de la fiesta. Fue en 1980 con un texto que leyó vestido de senador romano y que después fue, incluso, publicado. Llegó a escribir la letra del coro Atlántica, de 1993. Aunque, como bien recuerdan grandes conocedores de la vida y obra del escritor como Amalia Vilches o Javier Osuna, la relación entre Fernando y el carnaval no
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