"Si queremos una industria del Carnaval, hay que cambiar muchas cosas"

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"Si queremos una industria del Carnaval, hay que cambiar muchas cosas"
Antonio Quintanay Ricardo LoresRAS, ESCENOGRAFíAs"Si queremos una industria del Carnaval, hay que cambiar muchas cosas"Ricardo LORES y Antonio Quintana, y viceversa, son Ras, escenografías. Ras, como el sonido que hace el cartón fallero al rasgarlo. Ras, como sus iniciales sumadas a la de Sebastián, hermano de Ricardo. En su 'Taller de los Sueños', como ellos lo llaman, han forjado la imagen integral de las mejores agrupaciones carnavalescas desde principios de este siglo. Una aventura que comenzó como una afición en 1998, con aquel galeón de Los Piratas de Martínez Ares, y que les ha llevado a trabajar con Sara Baras, Alejandro Sanz, Niña Pastori, Pasión Vega, El Barrio y Javier Ruibal, entre otras figuras. Con compañías de teatro como Els Comediants y La Zaranda y para firmas como Dockers, Adidas, Nike, Reebok o Coca Cola, gracias a la mediación de la agencia Uno. Un claro ejemplo de que Cádiz exporta talento. Y de que el Carnaval puede generar empleo. Siempre que se haga emerger el submarino de un negocio millonario, se dote de suficientes recursos y se agilice una maquinaria de contratación pública oxidada. Ras emplea a una media de cinco personas más las que necesita eventualmente en función de la demanda. Además, acaba de abrir una línea de colaboración con el arquitecto y decorador Álvaro Linares. Trabajan en una nave de la Zona Franca en propiedad y han invertido casi 100.000 euros en maquinaría de última tecnología.
-Se levanta el telón hace 16 años y aparece Ras ¿Qué es Ras?.
NADIE QUE COMA DE SU FIESTA PUEDE ESPERAR A QUE SALGA UN PLIEGO DE CONDICIONES TRES MESES ANTES DE QUE ARRANQUE"
-Ricardo Lores: El barco de Los Piratas fue nuestro primer trabajo para una agrupación que no era la nuestra. Yo era eventual de la General Motors en el turno de noche para poder hacer esto. Nos pegamos dos o tres años en una asesoria de la Calle Botica y en 2001 nos afianzamos como empresa.
-Antonio Quintana: El gran paso fue El Retablo de Maese Pedro, una ópera de Manuel de Falla que hicimos para La Tía Norica. Fue el pistoletazo de salida. Luego vino el Festival Iberoaméricano de Teatro y decoraciones para casetas de feria. Siempre hemos intentado no quedarnos en lo ocasional del Carnaval.
-RL: El año que dejé la factoría, la familia me decía: ¿Cómo te vas a ir a hacer muñequitos?. Pero nos lo tomamos en serio. Había gente que trabajaba de manera amateur en las carrozas, como Peinado. Y en el disfraz, profesionales de la categoría de Pepi Mayo, Manolo Torres, Espinosa... pero no había una empresa dedicada al diseño y construcción de escenografías. Comer de esto todo el año era una utopía. Los medios de comunicación nos ayudaron mucho. Confiaron en nosotros y empezaron a llamarnos para decorar parques infantiles, casetas de feria, de Supersol, de Securitas...
-AQ: Somos autodidactas en una ciudad con una gran tradición, sobre todo en las coplas. Pero aquí no había un artesano fallero, uno de la gomaespuma, ningún especialista. Todo lo que nos proponían teníamos que investigarlo y crearlo desde cero. Le hemos trabajado a grandes artistas, pero antes, a todos los grandes del Carnaval. Ahí están esas seis Agujas de Oro.
-¿Quién rompió el molde?
-AQ: Los Piratas, sin duda, que marca una época porque es la primera agrupación que va al Falla con un concepto teatral. Aunque hubo otras antes que llegaron con un vestuario adaptado a una idea, aquello fue la hipérbole. Aquel barco se comía el escenario, los disfraces eran de cine y llevaban el repertorio de un musical. Cuando entra la televisión en el Falla, la gente empieza a cuidarlo todo. Los oficios se van profesionalizando... Pero todavía estamos solo en la punta del iceberg de lo que debiera ser esto.
-¿Os sentís pioneros de una industria del Carnaval?
-AQ:Una pieza importante, sí. Porque muchas veces hemos tenido que sufrir las consecuencias de ser los primeros. Los éxitos, antes de serlo, son locuras. En el Carnaval, la dificultad es que la obra está en proceso. Hoy en día es una labor muy compleja que requiere de un diálogo continuo con el autor.
-¿Cómo son los autores como clientes?
-AQ: Hay de todo, como en la Viña del Señor. Hemos tenido la suerte de trabajarles a casi todos. Ha sido toda una satisfacción y un honor. Y al igual que hemos trasladado nuestra forma de trabajar, también hemos aprendido mucho de todos. Nuestra oficina muchas veces es como un confesionario. Cuando un autor está creando pasa por etapas sensibles que compartimos con él.
-RL: Somos copartícipes del éxito o del fracaso de las agrupaciones. Hay muchos factores, pero si una se equivoca con el tipo o la puesta en escena, también fracasa.
-¿Qué es lo más raro que os han pedido?
-AQ: Bufff... Hicimos Los pichas de Cádiz... Todos los años recibimos 200.000 correos de toda España pidiéndonos cosas que ya uno no sabe si son de verdad o de cachondeo... nos han pedido un disfraz, por ejemplo, de duna...
-RL: Lo más difícil fueron los árboles de Las estaciones. un trabajo muy arriesgado. La Atlántida, también. Hubo que investigar en varios materiales cómo lograr el efecto mojado.
-¿De qué puesta en escena os sentís más orgullosos?
-AQ: Siempre piensas que tu mejor trabajo es el que está por venir. Con Los Piratas nos presentamos al mundo y a pesar de que han pasado veinte años, el recuerdo sigue siendo muy intenso. Hubo años en que le trabajamos a Tino Tovar, a Quiñones y a Martínez Ares. Y del uno al ocho, a todas las chirigotas. 'El Sheriff' es uno de nuestros fijos.
-¿Y en el terreno de la música?
-AQ: Cada trabajo tiene su esencia y a todos les damos la misma importancia. Pero Sara Baras ha confiado en nosotros en sus tres últimas producciones y la escenografía que le hagas la lleva por todo el mundo.
-¿Cómo trabajáis?
-AQ: Algún escenógrafo ha alucinado con nosotros porque nuestros brainstormings son martilleantes. Siempre le damos una vuelta de tuerca. Ricardo, que es como el Da Vinci de las estructuras, siempre está buscando nuevas soluciones. Además, trabajamos con emociones, con sentimientos, y ese último puntito es lo que define lo que trasciende y lo que no.
-RL: Antonio es el artista y yo soy el resolutivo. Él crea una imagen a partir de una frase y yo la convierto a tres dimensiones. Luego está el trabajo codo con codo con los autores.Y la discreción y la confidencialidad, que son fundamentales para que no haya filtraciones.
-Se están viendo maquillajes como de película de Hollywood...
-AQ: Antes, un maquillaje te lo hacía un vecino con dos coloretes y fíjate ahora: hay gente maquillando, construyendo, pintando... El de Los irracionales es brutal.
-RL: Pero estamos muy infravalorados. Se llevan propuestas escénicas y de maquillaje que nosotros, que trabajamos en el teatro y el cine, sabemos lo que valen. Y hay componentes, autores y directores que cuando les dan precio les dicen a los maquilladores: no, no, a mi me lo tienes que hacer por 15 euros por persona. Un disparate. Que te maquillen dos o tres personas por ese precio... Estamos haciendo que gente que no es profesional, durante media hora, actúe como profesional. Además, muchos tienen muchos contratos y marcas publicitarias que están poniendo anuncios porque ven que se refuerza su imagen en un entorno cuidado. Y creo que esa inversión también debe repercutir en maquilladores, artesanos, sastres, escenógrafos...
-¿Se dan condiciones para una industria del Carnaval en Cádiz?
-RL: Cada vez hay más gente que se dedica a esto. Pero hay mercado para más empresas y más autónomos. Debería haber una continuidad que no hay. La gente no puede esperar a septiembre u octubre para ver si el autor de Carnaval confia o no en tí. No puede esperar tampoco a que un pliego de condiciones de una cabalgata se acepte o no en noviembre. Tampoco se puede aguantar a que salga otro en diciembre para ver si se decora o no la ciudad. O que se licite por una cantidad irrisoria lo que se destina a decorar el Falla. Mejor, con tan poco, es imposible hacerlo. Esto solo pasa en Cádiz. Nadie que pretenda comer de su fiesta puede esperar a que salga un pliego de condiciones tres meses antes. Esto no pasa en Las Fallas. Es impensable. Al final, la empresa, el artesano, la costurera o la maquilladora siempre entrega un producto superior al dinero que les están pagando. Y al final vivimos de la lismona y de la miseria. Eso lleva a que la ciudad no explote más en las artes escénicas y visuales. Y esto hay que cambiarlo.
-AQ: No se puede hablar de industria con esos encorsetamientos. Por ejemplo: igual habría que cambiar el concepto de la cabalgata y si el Ayuntamiento no tiene suficientes recursos, financiarla con publicidad para que la multitud de gente que viene a verla salga diciendo de aquí que la cabalgata es la hostia. Estamos siempre en el juego entre la fiesta y lo profesional. Se habla de peseteros... Hay que posicionarse, pero a favor de quien no quiere irse de aquí y se ha buscado esta forma de trabajar, de crear en Cádiz. Si esto genera trabajo y empleo, habrá que buscar la forma. ¿No hay necesidad de que en la ciudad haya una representación permanente de su Carnaval, uno de los mas importantes del mundo? Lo que hacía Antonio Accame hace 50 años. Los que nos dedicamos a esto, más no podemos hacer. Ni la mayoría de agrupaciones, tampoco. Otras cosa importante es la colaboración con empresas locales para captar trabajos que de otra forma se irían a otros lugares
-¿Y el Museo del Carnaval?
-AQ y RL: Creemos que no debe limitarse a un edificio. ¿El del Conservatorio? perfecto: como archivo. Pero si queremos algo vivo, con talleres de artesanía, merchandasing, un escenario con actuaciones y visitas todo el año es mejor algún lugar en Zona Franca o los Depósitos de Tabacalera. No podemos verlo desde el punto de vista del funcionario. Porque entonces sólo se crean dos puestos de trabajo: el del conserje y el del seguridad. Como el Museo Litográfico o el del Títere.
-Hablando de títeres ¿Cómo fue lo de Juan?
-RL y AQ: Juan nace a partir de la idea de 'Selu', que quería a alguien a quien darle la tabarra, que fuera calvo y poquita cosa. A partir de eso empezamos a darle forma. Lo más importante es que, siendo sólo un muñeco, le dimos vida y tomó un protagonismo sin precedentes. Cuando colgamos en nuestra web el vídeo de cómo lo hicimos, tuvimos picos de hasta 200.000 visitas.

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