La gracia del Selu (de Cádiz, quiero decir)

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La gracia del Selu (de Cádiz, quiero decir)
Me entristece como chirigotero y gaditano oír hablar de la crisis de la chirigota. Porque efectivamente está en crisis, y la chirigota es la embajadora universal de la gracia de Cádiz. Solo hay que ver que se presentan al Concurso la mitad que de comparsas, cuando ensayando y cantando con una chirigota se pasa del carajo, y haciendo lo mismo con una comparsa… Yo lo hice un año y no lo hago más. Pal que la quiera está guay.
Cuando me piden que vuelva a la chirigota, siempre hay una respuesta que flota en mi mente, mas no traspasa mis labios: “¿Pa qué?”. La gente ríe ahora con otras cosas —si ríe—, y está en su derecho de hacerlo, faltaría más. Mi chirigota creo que actualmente estaría desubicada. Estamos en el siglo XXI, y mi chirigota es del XX. Además, por la parte que me toca, mientras esté Selu prefiero deleitarme con la suya que hacer la mía. Con su chirigota río, lloro, pienso… hasta mi madre convierte a Luisa en Mari Jose y viceversa. Es la única chirigota que cuanto más la veo más me atrapa y más valor le descubro. Y como todo esto es muy subjetivo, afirmo ante quien no lo ve así que la chirigota de Selu —entendiéndola como sus obras completas, desde la primera hasta la última— es en toda regla una obra de arte, de arte mayor, un retrato de la fauna urbana posmoderna en clave de humor de talla única, por supuesto, pero con un contenido antropológico que fulmina cualquier manual o investigación sobre el individuo contemporáneo. Esta es la ventaja de la subjetividad. Que todos la padecemos pero solo la disfrutamos los que la reconocemos. ¿Qué no es subjetivo?

Y no es una chirigota y ya está. Me niego a aceptarla solo como chirigota. La gente se ha creído que, como los volúmenes de esa obra de arte se presentan en un Concurso de Carnaval, po ea, es una chirigota. Siendo esto así no me extraña que su palmarés esté casi a la misma altura o por debajo del de algunos. Esta es una de las consecuencias de juzgar el talento y la genialidad desde una sensibilidad racionalista, científica, lógica… “objetiva”.
Está claro que en lo del humor nunca nos vamos a poner de acuerdo. En el panorama nacional hay una ristra colosal de tontos con cartel de humoristas (lo de “tontos” también es subjetivo; desde otra óptica son listos de cojones). Pero no se trata en este momento de humor a secas, sino de la gracia de Cádiz, cuya presencia en la chirigota es tan escasa y chorrea tan a cuentagotas, que hasta yo, gaditano y chirigotero, me estoy planteando si al XXI le sobra un palo. Y como en todo, los cuatro cualquiera esos que meten el pescuezo para ser jurado cada año tienen mucha responsabilidad en este asunto. Explico. Hay gente —mucha, por desgracia— que cree que el jurado, como está en un palco y emite un veredicto, es un ente superior, una autoridad que “entiende” más que nadie y que por eso es jurado. Siendo este disparate así concebido en importantes sectores del público y del concursante, lo que se premia queda como referencia para posteriores intentos en la modalidad. Y luego tendemos a imitar el modelo premiado. Así vamos.
Luego vas a la calle y te encuentras a tres o cuatro ilegales que —por sí solas— hacen reír más y con más sentido que toda la modalidad junta. ¿Ahora qué? Hay quien hasta se aventura a afirmar: “Aquí está muy graciosa, pero esto en el Falla no se come ná”. Y seguramente sea cierto. Por eso no van, porque “pa no comerse na” es de tontos ir a un Concurso. Pero replanteémoslo: ¿por qué se teme que esas sobresalientes y auténticas chirigotas ilegales no se comerían nada en el Concurso? Pues porque en el fondo sabemos que el reglamento de carajotes al que nuestro Concurso obliga a someter a todo aquel que se presente, limitaría la genialidad de esos brillantes chirigoteros, cuya única particularidad y diferencia es que entienden el Carnaval como lo que es. ¿Y Selu? También. Por eso no tiene el palmarés que merece. Por eso las suegras han ido a la final de milagro y no les han dado menos porque menos no había. La única ventaja de Selu es que está acostumbrado al Concurso y los otros no. Los otros podrían salir peor parados incluso. A Selu le pasa un poco lo que a mí. Para ganar no le basta gustar a la chusma selecta, porque ésta no manda. Ni siquiera le basta con gustarle al 99%, porque del otro 1% hay tres o cuatro en el jurado. Además le comparan a la suegra con Juan sin darse cuenta de que son concursos distintos. Y se quedan tan frescos. Tanto los que juzgan como los que aplauden. Y lo peor es que esos son los mismos que luego abren el debate de la crisis de la gracia de la chirigota, de la gracia de Cádiz. La gracia de ellos.
JUAN CARLOS ARAGÓN

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